En el suelo de una plaza a más de doscientos metros de altura un reloj astronómico señala un momento en un ciclo de veintiséis mil años. Es el transcurso de lo que se conoce como precesión de los equinoccios, es decir, el proceso de inclinación progresiva del eje terrestre que va cambiando nuestra visión de la bóveda celeste. Traducido a nuestra era, el año es 1935. Y el momento que señala, grabado en la propia infraestructura, es la inauguración de la presa Hoover en EE. UU. Fue un proyecto que desafió los límites de la ingeniería en lo que se convirtió en la mayor infraestructura de su tipo durante el siglo XX.
La presa Hoover, un proyecto que movilizó a la sociedad para suministrar agua y energía a las áridas regiones de Arizona y Nevada, devolvió la esperanza a unos EE. UU. que aún se hallaban inmersos en la Gran Depresión. Sin embargo, esta majestuosa obra rematada en estilo art decó cuenta también con otra inscripción que reza así: “Dedicado a quienes entregaron su vida para que el desierto floreciera”. Porque la construcción de la presa, además del coste económico y sus retos constructivos, también se cobró más de cien vidas humanas.
Casi un siglo después, ACCIONA y sus socios recibieron la misión de construir otra presa en el país vecino del norte. El reto era levantar una infraestructura colosal en unas condiciones climáticas extremas, de forma sostenible y protegiendo cada vida humana para tomar el testigo de proyectos como la presa Hoover, pero con una visión radicalmente innovadora.
Hablamos de Site C, la gigantesca presa que suministrará energía limpia a cerca de medio millón de hogares en Canadá y que se erige en una de las mayores infraestructuras de ACCIONA a escala global. Tras casi una década de trabajo, es ya una realidad. En este artículo te contamos el proceso para dar vida a una infraestructura única de un kilómetro de largo a temperaturas extremas de -31o C y desplazando más de 16 millones de metros cúbicos de tierra, material suficiente para llenar seis estadios de fútbol.